martes, 20 de abril de 2010

Greenwich Village

Hay días que sólo necesito
tomarme un café en el Village,
unos huevos revueltos,
y dejar buena propina
a las atentas camareras.

Dejar pasar la tarde
viendo pasar gente
camino de Washington Square,
con sus dementes
jugando al ajedrez,
los vagabundos paseando,
los estudiantes leyendo,
jubilados que tocan el banjo
y no piden dinero,
mujeres que cantan como ángeles,
jóvenes que tocan el banjo
y no piden dinero.

Y luego caminar un poco por sus calles,
muy lentamente,
dando vueltas en círculo.

Hay días en que sólo necesito
estar a mil millas de aquí,
y no preocuparme por nadie
y tomarme un café en el Village
casi sin acordarme de ti.